Quienes estuvieron en la plaza de Bolívar durante la tarde de aquel 7 de agosto de 2018 recuerdan con claridad la ceremonia en la cual Iván Duque juró como presidente de los colombianos.
Aparte de los actos protocolarios y los discursos pronunciados, también quedó en la memoria de los asistentes la manera en que el cielo bogotano se fue encapotando y en cuestión de minutos las frías ráfagas de viento que bajaban de los cerros derrumbaron parte de la escenografía, mientras los asistentes trataban de protegerse debajo de sus paraguas.
A la luz de lo ocurrido en estos dos años, no faltará aquel que diga que el ambiente tormentoso de ese día acabó siendo el presagio de lo que vendría en los meses siguientes. Fuente: El Tiempo.
Aunque a nadie que se haya puesto la banda tricolor en el par de siglos de vida republicana que lleva el antiguo virreinato de la Nueva Granada le ha tocado fácil, el actual inquilino de la Casa de Nariño se encontró con un desafío inédito: la crisis derivada del covid-19, que además de un saldo creciente de contagiados y fallecidos, ya deja profundas secuelas en materia económica y social.
Si bien la pandemia encaja dentro de lo que se definiría como un evento catastrófico, para este abogado bogotano que ayer celebró su cumpleaños número 44, las turbulencias han sido la constante desde cuando asumió el poder.
Una mirada a las encuestas revela que las calificaciones desfavorables sobre su labor son más la norma que la excepción. La conocida luna de miel con la opinión duró pocas semanas y el repunte de abril pasado, en plena cuarentena para contener el coronavirus, quedó atrás.